Cámara nueva… ¡y mis fotos son peores!
¿Por qué las fotos que hago con mi cámara parecen más sosas y apagadas que las fotos que hago con el móvil? ¿Por qué las fotos que veo en redes sociales son mucho más atractivas que las mías?
Vamos a comentar una situación que he encontrado a menudo en consultas que me llegan desde mis webs relacionadas con cámaras y equipo fotográfico…
Y es algo que en cierta forma nos ha pasado a todos en mayor o menor medida cuando ponemos muchas expectativas en el equipo.
Nos ponemos en la piel de una persona a la que gusta hacer fotos pero que no tiene conocimientos avanzados en fotografía.
Las fotos que hace con el móvil no están mal, pero le gustaría hacer fotos como las que ve en Instagram, fotos con cierto impacto visual, atractivas…
Se compra una ‘cámara avanzada’, por ejemplo una réflex de gama media o gama alta, con la idea de mejorar.
Y resulta que con la cámara sus fotos son incluso peores: más apagadas, con menos ‘color’… un churro.
Y esto genera muchísima frustración.
La foto no la hace la cámara
Lo importante, con lo que nos tenemos que quedar, es que la foto la hace el fotógrafo.
Crear una buena foto no es sólo apretar un botón.
La cámara es una herramienta.
La cámara sólo sabe hacer una ‘fotocopia’ de la escena que le ponemos delante.
Elegir una luz adecuada o saber aprovechar la luz que tenemos depende del fotógrafo.
Elegir el encuadre depende del fotógrafo.
Planificar y usar las mejores herramientas para cada situación depende del fotógrafo.
Hay cosas como exponer, elegir los parámetros óptimos en la cámara, enfocar… que las cámaras actuales pueden automatizar muy bien, pero en última instancia es el fotógrafo el que tendría que tomar la decisión final.
Vale, genial todo eso que me cuentas, pero es que con la cámara hago lo mismo que hacía con el móvil… ¡y las fotos son peores!
La foto que ‘fabrica’ cada cámara
Vamos a intentar explicar esto de una forma sencilla.
Las cámaras ven de forma diferente a como ven los ojos humanos.
Además, en la visión humana el componente más importante es el cerebro. Los humanos no vemos la realidad como tal, percibimos una realidad en la que el cerebro filtra, simplifica, completa, rellena, inventa…
Cuando contemplamos una escena, un paisaje por ejemplo, no hacemos una ‘foto’ con los ojos. La visión funciona más como un ‘vídeo’ del que el cerebro va extrayendo lo que le interesa (lo que atrae su atención). Y con todos esos ingredientes fabrica un recuerdo, una foto mental de la escena.
Si nuestros ojos funcionaran como el sensor de una cámara veríamos una imagen muy muy plana, con muy poco contraste, con colores muy apagados (el sensor ve en blanco y negro, pero vamos a suponer que genera directamente la imagen en color)
Esa ‘foto’ que sale del sensor no tiene nada que ver con la foto mental que tenemos de la escena.
Por ejemplo, el sensor de cualquier cámara vería algo como esto:
La información del sensor hay que procesarla (editarla, modificarla) para conseguir una imagen final, que es la que finalmente visualizamos en una pantalla o en una foto impresa.
Esa imagen final es lo que entendemos como foto. Lo que sale del sensor es información en ‘crudo’, no es una imagen como tal.
Cómo se ‘fabrica’ la imagen final
El proceso que va desde que hacemos una foto hasta que obtenemos la imagen final sería algo como esto:
- El sensor ve en blanco y negro, hay que ‘reconstruir’ el color a partir de información parcial del sensor.
- Hay que ajustar el color, para que coincida con la luz ambiente de la escena y sea lo más fiel posible a cómo lo vemos los humanos
- Hay que aumentar el contraste para que se parezca más a lo que ven nuestros ojos
- Normalmente hay que ajustar la saturación de color
- Hay que aumentar el contraste local (resaltar un poco los bordes y separaciones entre objetos)
- ….
¿Dónde se hace todo ese proceso?
Esta parte la realiza siempre un programa (código, algoritmos).
El programa puede estar en el interior de la cámara o puede estar fuera. Por ejemplo puede estar en nuestro ordenador, en la aplicación de cámara del móvil, en otra aplicación aparte…
Vamos a suponer que nos quedamos con las fotos tal cual las saca la cámara, en formato JPEG.
Cada cámara (cada fabricante, incluso cada modelo) tiene programas diferentes, diferentes recetas para procesar la imagen.
Las cámaras digitales estándar incluyen en su interior un pequeño ordenador, el procesador. Y esos programas de procesado forman parte de su programación interna (firmware)
En los móviles, es el procesador principal el que se utiliza para procesar la información que viene del sensor de la cámara. Los programas de edición / procesado están normalmente integrados en una app (una aplicación). Cada app tiene sus propias recetas.
Diferentes recetas para generar la imagen final
Los programas internos de las cámaras estándar (réflex, compactas, etc.) suelen ser más conservadores.
De todas formas, las cámaras suelen incluir la opción de elegir el perfil de imagen (receta) que se aplicará para generar la imagen JPEG: por ejemplo perfiles como Natural, Vivid, Neutro, Monocromo…
También los programas de revelado digital a partir de la información del sensor (ficheros RAW) generan una primera versión de la imagen que suele ser más conservadora, muy parecida a la que generaría la cámara con un perfil de imagen ‘estándar’.
Por ejemplo, así podría ser la imagen procesada por la cámara (una imagen generada directamente por la cámara en formato JPEG) o la que veríamos en un programa de revelado RAW nada más abrir el fichero RAW correspondiente:
Las aplicaciones de cámara de los móviles suelen incluir recetas más ‘agresivas’.
Generan imágenes con más contraste, más saturación, etc. Porque estas características suelen generar más impacto visual.
Y el usuario medio de un móvil no necesita saber nada de edición o de cómo funciona todo esto. Quiere una imagen terminada, lista para publicar en redes o incluso para sacar en papel.
A veces es muy exagerado y no se parece a la realidad que ven nuestros ojos, pero digamos que la filosofía en el caso de los móviles es que mejor que sobre a que falte.
Así podría ser la imagen final generada por un móvil:
Por lo tanto puede darse la paradoja de que con la cámara ‘cara y avanzada’ obtenemos una imagen final con más calidad técnica quizás, pero más sosa y menos atractiva que la imagen que obtenemos con un móvil.
Como hemos visto, esas diferencias están en la forma de ‘cocinar’ la información que viene del sensor. No están relacionadas con lo buena o mala que sea la cámara (a día de hoy es casi imposible encontrar una cámara mala)
Filosofías diferentes: cámara vs móvil
A día de hoy todas las cámaras son buenas: las de los móviles, las cámaras de fotos estándar… Todas son tecnológicamente muy avanzadas.
No nos vamos a centrar en los detalles técnicos sobre la calidad de imagen.
Nos vamos a quedar con la filosofía de uso.
Vamos a generalizar, así que no tomes lo que voy a comentar a pies juntillas, siempre hay matices.
Las cámaras de los móviles están diseñadas para automatizar todo el proceso:
- Encuadras
- La cámara decide todos los parámetros de exposición, enfoca, etc.
- Tocas el botón de disparo
- La cámara realiza todo el proceso de edición, con los ingredientes que suelen resultar más atractivos: contraste, colores, saturación…
- Tienes una imagen final lista para consumir (para publicar en redes sociales por ejemplo)
- Y si quieres dar un paso más, le puedes aplicar un filtro prediseñado
Haciendo una analogía, sería como un servicio de comida rápida. Saben cómo hacer un determinado plato (una pizza por ejemplo) y lo tienen todo optimizado para que tenga ese sabor tan atractivo.
Las cámaras, sobre todo a partir de cierta gama, han seguido tradicionalmente una filosofía diferente: dejar al fotógrafo toda la responsabilidad y las decisiones:
- Elegir de forma manual los parámetros de exposición en función de la escena
- Elegir el sistema de enfoque
- Elegir si queremos la imagen en crudo (RAW) o procesada (JPEG)
- En el caso de JPEG elegir el estilo de edición: Natural, Vívido…
- La imagen que sale de la cámara normalmente no es la imagen final.
Está cruda (RAW) o ligeramente cocinada (JPEG) pero en general necesita al menos un ‘emplatado’ posterior, por seguir con la analogía de la cocina.
Con una cámara de cierta gama obtenemos una mejor materia prima (por cuestiones técnicas que tienen que ver con el tamaño del sensor, la parte óptica, etc.), pero a veces necesita ese toque final en edición para dejarla al punto de sabor.
Edición de imágenes
Ya hemos visto que todas las imágenes llevan un procesado. Una edición digital.
Podemos dejar esa edición en manos de la propia cámara (cámara estándar o móvil).
Esta opción nos va a dar una foto final ‘cocinada’ según las recetas que tenga programadas la cámara o la app que estemos usando en el caso de un móvil.
A la cámara le podemos dar indicaciones de lo que queremos: podemos elegir perfiles de imagen predefinidos por el fabricante y en algunas cámaras podemos personalizarlos en cierta forma.
En los móviles y en algunas cámaras estándar tenemos también filtros o presets (recetas predefinidas para procesar la imagen de alguna forma)
Y también tenemos la opción de editar nosotros las fotos a posteriori, mediante algún programa de edición o retoque fotográfico.
Una diferencia fundamental entre la edición de la cámara y la edición a mano es que la cámara sólo puede hacer (normalmente) cambios globales, a toda la imagen en conjunto.
Mientras que en la edición manual podemos procesar, retocar, sólo ciertas zonas de la imagen.
Además, la cámara no tiene criterio artístico.
Nosotros sí podemos hacer una edición con ciertos criterios artísticos: enfatizar algo, aclarar, oscurecer, saturar, desaturar… para conseguir un propósito.
Muchas de las fotos que ves publicadas, las que se ven atractivas y con ese toque especial, llevan una fase de edición hecha por el fotógrafo a mano, con su estilo personal.
En otros casos, el fotógrafo conoce muy bien su cámara y es capaz de elegir las condiciones externas apropiadas para conseguir una foto final terminada, directa de cámara.
Y a veces la cámara simplemente ‘clava’ la foto que queremos y no tendría sentido retocarla.
Creo que lo importante de todo esto, con lo que nos tenemos que quedar, es saber que hay un proceso. La foto no empieza ni termina al pulsar el botón de disparo.
El elemento más importante de todo el proceso somos nosotros como fótografos.
Es realmente lo que va a marcar la diferencia.
No quiere decir que tengamos que editar todas las fotos y que tengamos que hacer una edición agresiva.
Esas decisiones forman parte también del proceso de creación de una foto.